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Sebastián Galeota, el argentino que encarna a Evita en Paris

Sebastián Galeota

En estos días, que en Buenos Aires se anunció que actor chileno Benjamín Vicuña interpretará a la “abanderada de los humildes” en el Cervantes según una pieza de Copi, Télam conversó con Galeota acerca de cómo fueron sus comienzos en Buenos Aires, las razones de su mudanza a París y de qué manera se gestó la pieza que le permitió convertirse en una figura de la escena parisiense que por lo visto se recorta por su talento.

Galeota estudió con Julio Bocca y Ricky Pashkus, y en 2000 fue parte de la compañía internacional de Chet Walker, y llegó a París en 2005 como bailarín y participar de una puesta en Disneyland Paris, en 2007 pasó al Olympia, para regresar a Buenos Aires, en 2009 con la puesta de Copi. en la que compartió escenario, por ejemplo, con Marilú Marini, y regresó a Francia en 2012.

Allí fue dirigido por Jorge Lavelli en la opereta “La viuda alegre”, después en “El amor por tres naranjas” en la Ópera de la Bastilla, y tras participar en cortometrajes, en televisión y nuevamente en escena en Bélgica, volvió a Paris en 2014 para presentar “DolcEVITA”, convirtiéndose así en el primer actor en convertirse, a su manera, en la que fue primera dama de los argentinos entre 1946 y 1952.

¿Cómo fue tu empezar con esta historia?

Sebastián Galeota: En París me asocié con Stéphan Druet, un director de teatro que es el autor de “Evita, amor y gloria” y “Renata”, las dos piezas que estoy haciendo en este momento, con el que montamos una productora, y con el que hicimos la puesta de “Una visita inoportuna”. Después abrí mi escuela de teatro y yoga, entretanto me convertí en profesor de esta disciplina que me ayudó mucho cuando dejé las clases de danza para ser actor. Allí ensayamos nuestros propios espectáculos.

¿Como fue el empezar allí?

Soy alguien con suerte porque de inmediato en una audición logre un papel, que me cubría mi vida diaria completamente, el equivalente al de un bailarín profesional en París, con el que podes pagar alojamiento y comida, y no necesité usar la plata ahorrada con la que llegué. Al principio traté de asegurarme de seguir trabajando, antes de volver a Buenos Aires aunque sea para visitar a mi familia. En esa época París era más caro que Buenos Aires y ahora es al revés. No se puede creer.

¿Cómo apareció la idea de interpretar a Evita?

Con Stephan, en 2009, montamos un musical sobre un chico, un adolescente de 15 años al que su madre lo echa de su casa por homosexual y se va a vivir a París y vuelve 15 años más tarde, a la pensión de su familia en la Boca, sin que la madre sepa que es su hijo que volvió para alquilarle una habitación, y la única confidente del muchacho es su abuela, que sabe de la transformación. La gente dudaba si quien hacia el personaje era hombre o mujer, y fue la primera vez que hacía un papel femenino.

¿Y qué pasó después?

Le dije a Stéphan que mi idea era hacer un monólogo que fuera diferente a lo musical que venía haciendo, y como tenía mi francés mucho más asegurado poder hacer un espectáculo de hora y cuarto yo solo. Le pregunté por qué no interpretar a Evita que vuelva con ese tema de la duda al espectador. El tema era encontrar el porqué. Stephan que había estado en Buenos Aires montando “La visita inoportuna”, cuando hablaba con la gente de Evita unos le hablaban maravillas y otros la odiaban y eso le llamó mucho la atención.

Para un francés no debe haber sido sencillo estudiar el personaje…

Stéphan empezó a investigar, y apareció la de su vestuarista Paco Jamandreu. En la “Amor, amor en Buenos Aires” no aparece Jamandreu pero si un peluquero ficticio, Julio, quien se viste de Evita para contar su historia, y que a la muerte de la genuina desdobla su personalidad entre él mismo y el personaje.

El espectador presume una cosa y termina con el vestuarista esquizofrénico…

En ese papel como Evita, una y otra vez ella hace referencia a la coiffeur como relevante en su vida, y uno al final se da cuenta de porqué Evita hablaba tanto de ese tema y que su peluquero aparezca tantas veces en sus conversaciones. La otra propuesta que le había hecho a Stéphan era interpretar a Carlos Gardel, pero como lo de la confusión de sexo del actor en escena había sido efectiva… En el estilo de la periodista chimentera de “Chicago” o “Victor/Victoria”.

¿Y, esta nueva Evita?

Te cuenta la historia desde sus comienzos hasta su muerte y yo interpreto a todos los personajes con los que se fue encontrando en su vida, es un desdoblamiento permanente donde la esquizofrenia está muy presente, muchos personajes en uno solo. Es un espectáculo que fue evolucionando desde los primeros 50 minutos iniciales y ya llegó a una hora y cuarto, porque fue cambiando y creciendo y que ya tiene un año y medio de cartel.

¿Allá conocen tanto a la Evita verdadera, su historia?

Muy pocos la conocen, sobre todo los mayores, pero la mayoría salen pensando en ir a buscar en internet o en libros la historia de Evita, porque el autor lo que hizo fue contar las cosas buenas y las no tan buenas que hizo en su vida, y es como que se va con una duda abierta, encariñado con el personaje, más allá de que haya sido bueno o malo, controvertido. Y mucha gente reconoce que no lo conocía, y te agregan que vieron un personaje muy interesante que te invita a visitar Wikipedia.

¿Qué estás haciendo ahora, además de «Evita…»?

“Renata”, otro espectáculo donde somos cinco actores, la historia de un argentino que está radicado en París y muere, y como su mujer, que nunca estuvo a Francia por ser desaparecida en tiempos de la dictadura y de la que nunca se supo su destino final, es “resucitada” por quienes lo rodean para quedarse con su herencia. Así el jardinero y el ama de llaves de la casa que son mis padres en la ficción, y mi tía cocinera, me transforman a mi en Renata, aquella mujer, para actuar delante del abogado que va a venir para firmar los papeles de la herencia. El problema es que el abogado se enamora de Renata y las cosas se complican.

¿Como está el teatro en París ahora?

Hay de todo. Espectáculos con mucha gente conocida, de cine y obvio también de teatro, pero que eligen malas obras, que no funcionan, y otros espectáculos como los nuestros, más chicos, con gente no muy conocida pero que funcionan bien con el boca a boca. Los directores todavía no entendieron que poner a una estrellita que trabaja en la tele pero no es buena no funciona y que por ahí piezas y actores más desconocidos son más efectivos. Hay cada vez más espectáculos de estos últimos, donde la calidad está puesta en el espectáculo. Sin embargo en general, en los 400 o 500 espectáculos diarios, todo funciona bastante bien porque no es tan caro como en la Argentina. Aquí es accesible.

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