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Cruzar los Andes al norte de Argentina

Cruzar los Andes al norte de Argentina

Los Andes del norte de Argentina es un secreto bien guardado donde el voluminoso turismo de Sur América no ha hecho su aparición y los paisajes son de espectacular colorido.

Cruzar desde el norte de Chile, cerca de las fronteras de Bolivia y Paraguay, fue la ruta que escogimos para nuestra travesía, que nos puso muy cerca de la frontera con Argentina, no sin antes experimentar rutas serpentinosas hasta el plateau de los Andes, donde las montañas están en su mayor extensión. Esta experiencia única puede ser demandante para algunos de los viajeros cuando la altitud de Los Andes en esa área se eleva hasta 15,800 pies, la misma altitud de Mont Blanc, que a 15,781’ es la montana mas alta de Europa, en los Alpes Italianos.

En total nos pasamos más de 8 horas ese día a alturas de más de 10,000 pies

Cerro Negro, una villa muy remota del norte argentino fue nuestra próxima parada, donde experimentamos un típico almuerzo con platos de la región cocinados por una familia que nos recibió como si fueramos vecinos. ¡Deliciosa experiencia!

Al adentrarnos en esa región, comenzamos a notar un cambio en el paisaje, pasando las Salinas Grandes, con hectáreas de planicies de sal así como varias lagunas altiplánicas. Cruzando a través de valles áridos, montañas multicolores sobresaliendo bruscamente en ambos lados de nuestros vehículos y docenas de campos pasados de cactus, hasta arribar a Purmamarca, un pequeño pueblito más conocido por estar situado en la base del “Cerro de los Siete Colores”, una montaña con colores de arco iris que da la impresión de un gigantesco pastel de varias capas.

Purmamarca al amanecer parece ser un pueblito dormido en el desierto, pero a través del día se despierta con un mercado a todo color donde una variedad de artículos de la cultura andina del norte de Argentina se pueden adquirir, incluyendo finos productos tejidos a mano y experimentar una cultura totalmente diferente del resto del país.

La trayectoria a través de los impresionantes desfiladeros de los Andes nos llevó a Tilcara, un pintoresco pueblecito en la Quebrada de Humahuaca. Este maravilloso cañón atraviesa a lo largo del Valle del Río Grande, continuando el sendero de la antigua ruta de comercio Inca, lo cual crea una combinación asombrosa de bellezas naturales y de inmensa significancia cultural muy similares a las rutas usadas por las comunidades prehistoricas, 10,000 años atrás, por lo cual la UNESCO ha otorgado a Humamuaca la designación de Sitio de Patrimonio Mundial.

Continuamos explorando hasta alcanzar el sitio arqueológico Pucará de Tilcara en forma de pirámide cuadrada, impresionantes ruinas que proporcionan una fascinante visión dentro de la cultura indígena Andina que existía en este sitio hace más de 10,000 años.

Al día siguiente exploramos Salta, una desmadejada metrópoli en el corazón del desierto. Fundada en 1582 por el ejército español, Salta aún mantiene mucho de su original encanto colonial que la hizo conocer como “Salta la Linda”, uno de los pocos lugares del norte de Argentina donde su puede oír a los residentes locales hablar en Quechua.

No se puede salir de Salta sin antes visitar el Museo de Alta Altitud Arqueológico, que contiene los cuerpos momificados de tres niños Incas, los Niños de Llullaillaco, que fueron encontrados en perfectas condiciones hace 500 anos congelados en tope de la Montaña de Llullaillaco. El extremo frío y y la aridez del área los habían momificados. ¡Una experiencia misteriosa!

Al día siguiente continuamos hacia el sur a través de la Quebrada del Escoipe por estrechos senderos rodeados de montañas de oxidante rojo. Esa zona desierta nos llevó a un escenario mucho más verdoso cuando arribamos al pase de la Cuesta del Obispo, un camino sinuoso de 12 millas y media, a 11,000 pies de altura con espléndidos retrocesos a través de la montaña.

El Parque Nacional Los Cardones, repleto de cactus, que a veces alcanzan tres veces la altura de una persona fue nuestro próximo destino, donde pudimos admirar, además de los gigantescos cactus, docenas de guanacos (parecidos a las llamas), correteando entre plantas de punta, mientras enormes cóndores volaban sobre nuestro grupo.

En el área de Cafayate, (“el país del vino” y el nuevo torrontés) con sus famosas bodegas en todo alrededor de la Ruta 40, el Nevado de Cachi y la Quebrada de las Flechas, hubiéramos podido disfrutar de muchas más variedades del norte de Argentina, pero era hora de volar a Buenos Aires y decir adiós en la Boca a Maradona, Evita y Carlos Gardel.

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