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Secretos de Arroyo El Negro

El arroyo El Negro

Arroyo El Negro a 5 minutos del microcentro santafesino es un encanto natural al alcance de todos. Los paseos por las islas santafesinas se transformaron en una fantástica opción para las vacaciones. A la oferta del catamarán se suma ahora la lancha La Ribereña y también se puede realizar el paseo en embarcaciones particulares. Es que el río quedó “limpio” de camalotes tras la emergencia hídrica del año pasado y está en un nivel ideal, alrededor de los 4 metros de altura en el Puerto local.

Todos los días a las 18 zarpa La Ribereña desde el Dique II del Puerto local. Lleva a turistas que visitan la ciudad y a los vecinos que deseen descubrir las maravillas de la flora y fauna, que muchas veces pasa inadvertida por la rutina diaria.

A los paseos habituales que realizan Los Guardianes del Río —encargados de la embarcación— se suma ahora una nueva opción: el arroyo El Negro. Se trata de un preciado curso de agua que serpentea la isla Clucellas. Durante muchos años la acumulación de camalotes en su interior impidió su navegación. Pero la inundación del año pasado los arrastró aguas abajo y el arroyo volvió a ser navegable.

Esto no sólo es una gracia para quienes navegan en lancha sino también para los veleros de poco calado. Porque a través de este arroyo pueden acceder al río Coronda, ya que la gran altura de los cables de alta tensión que pasan por allí se lo permiten. Es por ello que las autoridades municipales deben velar por mantener este curso de agua liberado de camalotes y dragarlo para mantener su calado.

Recorrida

Para llegar a este mundo natural hace falta sólo disponer de un rato. La lancha La Ribereña zarpa a diario a las 18 del Puerto, navega aguas abajo por el rio Santa Fe, también conocido como Canal de Derivación Sur, y sólo 5 minutos más tarde accede al arroyo ubicado frente al Club Náutico Sur y al Parque de la Constitución.

Al ingresar a este curso de agua angosto, florido e invadido por el canto de los pájaros que transportan a los navegantes a otra realidad, todos se vuelve mágico. Camalotes, ramas que caen sobre el río y el increíble movimiento de los peces en el agua hablan de una vida silvestre que invita a dejar atrás los problemas. El climax da lugar a que la mente se aquiete y por un instante todo se ordena.

Ricardo Rodríguez vive en Alto Verde y es uno de los Guardianes del Río. En este amancer de jueves soleado y fresco oficia de timonel de La Ribereña. Se crió en el paisaje costero y conoce de memoria las cortadas, laberintos y lagunas internas de las islas. Por ello describe a cada paso los paisajes y explica sobre la flora. Y guarda un secreto que durante la mañana va a mostrar, para dejar a todos boquiabiertos.

A bordo de la lancha viaja también la subsecretaria de Turismo de la ciudad, Claudia Neil, otra enamorada del río. Se ofreció encantada a acompañar al equipo periodístico de El Litoral durante la recorrida y se muestra ansiosa por que todos aquellos vecinos que todavía no realizaron el paseo se acerquen al Dique II del puerto para visitar las islas. “No se lo pueden perder”, dice.

Encantos

Por momentos el reportero gráfico Mauricio Garín no sabe a dónde apuntar con su lente. Es que todo es bello allí adentro, en la isla. De repente, el silencio y el canto de los pájaros se ocultan detrás de un ruidito mecánico que cada vez se hace más fuerte. Pah, pah, pah… Y en el fondo del arroyo vira entre juncos y flores una canoa pescadora que avanza hacia La Ribereña. Los tripulantes saludan al pasar en sentido opuesto y el particular sonido del motor Villa se apaga lentamente. Entonces vuelven el silencio y los pájaros.

Habrán pasado unos 20 minutos de navegación lenta y pausada. Ricardo vira a estribor y apaga el motor. Saca un remo largo, se para en la proa y lo clava en el agua. Toca el fondo. La Ribereña accede a una laguna interna y entonces aparecen ellos, uno, dos, tres, cientos de irupé, esa flor que parece un plato gigante y crece en esteros, lagunas y bañados donde no hay corriente. Son el secreto que tenía escondido Ricardo para los visitantes de turno. Entonces todos estalla en felicidad.

El sol besa esas plantas acuáticas también llamadas Victoria cruziana que nacen en la cuenca del Paraná y el Paraguay, y forman parte integral del rico ecosistema de los humedales del Pantanal, los Esteros del Iberá, y el delta litoral, donde se integran a los embalsados y recubren grandes extensiones de aguas tranquilas. Junto a algunas de estas enormes hojas verdes circulares brota la flor del irupé, que mezcla su blanco puro con su centro rosado.

Huelgan las palabras en este instante de percepción visual que invade el resto de los sentidos.

—¿Cómo se llama esta laguna?

—No sé, no tiene nombre. Yo la bauticé laguna El Irupé y traigo a todos los turistas que me lo piden —cuenta Ricardo—. La semana pasada traje a un francés que quedó enloquecido. Llamaba por teléfono y les contaba a sus parientes dónde estaba, hacía videollamadas y les motraba encantado. No se quería ir.

Sensaciones

Es hora de emprender el regreso. La Ribereña navega a remo lento hacia la desembocadura de la laguna interna y una vez en el curso del arroyo —que en ese tramo se llama Yacaré— Ricardo vuelve a encender su motor y consulta a los tripulantes por dónde quieren continuar el paseo. La decisión es avanzar aguas abajo hacia la desembocadura del arroyo en el río Coronda, a la altura de los cuarteles militares de Santo Tomé, para luego navegar ese río aguas arriba por Varadero Sarsotti hacia el puerto, donde finalizará el viaje.

Una vez en el puerto, transcurrió poco más de una hora en la que todo cambió. Al pisar la marina de atraco y ascender luego los escalones del Dique II aparece nuevamente la ciudad, el bullicio del microcentro y la rutina. Pero ya nadie les robará a los tripulantes esas imágenes que quedaron grabadas en la retina. Ya el día será diferente. Y el deseo que queda en cada uno es el de volver a pasear por la isla.

Guardianes del Río

Es un Proyecto de Extensión de Interés Social de la Universidad Nacional del Litoral, en conjunto con la Municipalidad de Santa Fe para ofrecer paseos náuticos. Salidas desde el Dique II del Puerto, de lunes a viernes a las 18 horas. Reservas: 342 156 159988. Más info en el Facebook Guardianes del Río.

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